Tras tocar tierra como tormenta de categoría 4 el 26 de septiembre, el huracán desató la devastación en Florida, Georgia, Carolina del Sur y del Norte, Virginia y Tennessee. La zona de las Montañas Blue Ridge de Carolina del Norte fue la más afectada, con pueblos enteros borrados del mapa. En estas montañas lo que antes se llamaban «inundaciones de 100 años» se han convertido últimamente en algo habitual.

Con muchas zonas todavía intransitables y con las comunicaciones telefónicas limitadas, se espera que aumente el número de muertos confirmados.

Los científicos y los políticos calificarán el huracán Helene de «desastre natural», pero en muchos aspectos fue provocado por el factor humano, alimentado por la desregulación de las protecciones medioambientales, la expansión de los combustibles fósiles y la extracción de carbón y la reducción de la financiación destinada a los problemas del cambio climático a escala estatal y federal. Los proyectos relacionados con el clima de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022 no se llevarán a cabo hasta 2025.

Los científicos señalan las lluvias extremas que han afectado a comunidades de todo EE.UU. en los últimos años. Las temperaturas más cálidas del océano, junto con la humedad del suelo saturado de lluvia, crearon los 20 billones de galones de precipitaciones que este huracán dejó caer a su paso.

Los expertos ya están encontrando pruebas de que el cambio climático alimentó la destrucción del huracán Helene, que incluyó de 30 a 35 pulgadas de lluvia, caídas en menos de tres días en un terreno montañoso escarpado. Las precipitaciones repentinas provocaron el desbordamiento de ríos, arroyos y riachuelos y abrieron nuevas vías de agua que arrasaron carreteras, puentes, viviendas y empresas.

Carolina del Norte fue en su día líder nacional en energías renovables y políticas de resistencia al cambio climático. Pero a principios de la década de 2010, los legisladores favorables a las grandes empresas y los intereses corporativos de Carolina del Norte lucharon contra las medidas de control climático y sabotearon proyectos diseñados para reducir las emisiones que atrapan el calor y ayudar a las comunidades a resistir vientos huracanados e inundaciones generalizadas.

En 2010, la legislatura recortó drásticamente el presupuesto operativo del Departamento de Calidad Medioambiental del estado, responsable de las normas de protección. En 2012, Pat McCrory, antiguo ejecutivo de Duke Energy, la mayor empresa de servicios públicos de Carolina del Norte, fue elegido gobernador.