El 9 de Enero fue una revolución popular victoriosa (aunque su materialización demorara en el tiempo) que nos heredó la descolonización de la Zona del Canal, la desaparición de las bases militares y el traspaso de la administración del canal a Panamá. Sus efectos nos llegan hasta hoy, cuando la bonanza económica que se vive tiene su fundamento principal en la reversión del canal y el aumento de sus aportes a la economía nacional, aunque sean cuestionables los criterios que se están utilizando para repartir sus beneficios.
El 20 de Diciembre, en cambio, el imperialismo yanqui pudo imponernos el régimen económico neoliberal que había fracasado con Barletta, disfrazándolo de “democrático”. La invasión permitió al imperialismo norteamericano reimplantar el régimen tutelado y oligárquico de antes del 68, incluso manejaron la posibilidad de la permanencia de bases militares disfrazadas de combate a las drogas (CMA de Pérez Balladares), pero fracasaron ante la movilización popular. Aunque luego han impuesto acuerdos de seguridad más sutiles.
La invasión también hizo posible mediatizar el triunfo del 9 de Enero con un Título Constitucional y una Ley Orgánica que convirtió la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) en una entidad controlada por la oligarquía que no luchó por la soberanía (los nuevos zonians) y de la que pueblo quedó excluido, hasta ahora.
Superar los efectos negativos de la invasión para que el pueblo panameño pueda recibir una proporción mayor de los beneficios que genera el canal, requerirá la estructuración de un gran movimiento de carácter antiimperialista, antineoliberal, democrático y popular que asuma el poder político para sacar del poder a la oligarquía vendepatria.