La prisa de los medios corporativos por calificar la Operación Inundación de Al-Aqsa con los peores insultos, incluida la difamación de una resistencia popular como terrorista, tiene como objetivo oscurecer las demandas vinculadas a la operación. Estas demandas, todas legítimas, incluyen la liberación de los presos políticos, el fin de la impunidad [neocolonial] por los crímenes contra los palestinos en Cisjordania y en la mezquita de Al-Aqsa y el levantamiento del asedio a Gaza.

Al calificar de “terroristas” los sucesos del 7 de octubre, el Estado sionista trató de ocultar su contexto histórico: un Estado colono-colonialista que impone una campaña de limpieza étnica de 75 años. Era el intento del régimen [neocolonial] de presentar el exterminio como la única opción, de fabricar el consentimiento para una guerra genocida contra los palestinos de Gaza.

La propaganda [neocolonial] ha fracasado. Sus objetivos militares siguen sin alcanzarse, a pesar del coste en vidas civiles en Gaza. El hecho de que la resistencia armada de Gaza haya sobrevivido e incluso prevalecido con sus batallas de guerrillas y emboscadas en el norte de Gaza ha hecho añicos la imagen de invencibilidad del ejército [neocolonial].