Cuando los estudiantes de estas universidades se rebelan, es una gran noticia. Y se han rebelado. También implica mucho dinero. Y los multimillonarios han exigido que se castigue a los estudiantes. En algunos casos, incluso exigen que se identifique a los estudiantes para negarles trabajo o acosarlos donde viven.

La situación llegó a un punto decisivo en la Universidad de Columbia, en Nueva York. La administración de Columbia prohibió las dos principales organizaciones de solidaridad con Palestina, Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP) y Voz Judía por la Paz (JVP).

Aunque la administración dio el falso pretexto habitual -se había infringido alguna norma, siempre se puede encontrar uno-, distaba mucho de la verdadera razón por la que fueron prohibidas: Se negaron a tragarse las mentiras oficiales sobre Palestina y/o se negaron a ser cómplices del genocidio […] que pueden ver cada noche en los informativos y en las redes sociales.

Aunque los donantes reaccionarios repiten como loros la falsa afirmación del gobierno [neocolonial] y del [neo]imperialismo estadounidense de que los estudiantes activistas son “antisemitas”, la verdad es muy diferente. Ni la ideología del SJP ni la ideología del JVP identifican el ser judío con el apoyo a un Estado sionista que asienta a la gente de una religión mientras expulsa a la gente de otras religiones.

Las organizaciones de la clase trabajadora admiramos la valentía de estos grupos estudiantiles y otros similares, al igual que lo hacemos con las organizaciones de las universidades públicas, como las de la City University de Nueva York. Se enfrentan no sólo al genocidio […] armado por Estados Unidos, sino también a los gobernantes de todos los países imperialistas occidentales, cuyas élites consideran el Estado [neocolonial] una extensión de su propia explotación de Asia Occidental.